domingo, mayo 20, 2007

DOS



Sucedió en un café, dicen que ella siempre acudía a la misma hora el mismo día de la semana, todas las semanas, durante varios años, nadie entendió por qué, nadie explicaba ese comportamiento tan extraño, llegaba la mujer, se sentaba y sólo pedía un café americano y un refresco, acudía un par de veces al baño, pedía la cuenta y se alejaba dejando siempre la misma propina.

La misma chica, el mismo lugar, todo parecía indicar que el tiempo no transcurría en esa ciudad, por las mañanas calor y por las noches frío, a veces llovía y a veces había viento.

Una vez un chico llegó, perdido no supo ni cómo se encontró de pronto en ese lugar, llegó hasta el café y la observó en una mesita. Café, refresco, un libro, era todo lo que la chica llevaba, se animó a acercarse y preguntarle su nombre. Soledad, respondió y sus ojos observaron al hombre de arriba a abajo.

Camisa azul, pantalón de vestir y zapatos negros era su atuendo. Blusa de cuello en v rosa, falda larga y verde y zapatos con el tacón tamaño mediando era el de la mujer.

Se sentó a platicar con ella, su nombre era Álvaro. Continuaron platicando un largo rato, le dijo que no sabía cómo había llegado hasta ahí y no sabí cómo salir de él, ella le dijo que no se preocupara que todo estaría bien. Salieron del café y se fueron a bailar, ella lo invitó a la casa a pasar la noche, hicieron el amor y al despertarse él, descubrió que ella ya no estaba, lo había dejado en la casa con un recado, "aquí tienes todo lo que puedes necesitar, en el refrigerador hay comida, espera por mí, salgo de trabajar a las 15 hrs. vendré por ti para ir al río".

Álvaro espero tranquilamente, lavó su ropa y se baño mientras ella llegaba. Eran cerca de las 15:30 hrs. cuando ella entró por la puerta de los cristales grandes, sería la primera de muchas veces que él la viera entrar por ese mismo lugar exactamente a la misma hora. Buscaron una cobija pequeña, una canasta y prepararon algo de comer, tomaron un par de anzuelos y encaminaron sus pasos hacia la orilla del río, a lo lejos pudieron observar La Catunga, él sintió curiosidad por saber qué era todo aquello, la chica le informó que era uan serie de casas en las que se podía obtener amor por un bajo precio.

- Si te interesa conocer un poco de la vida que llevan esas chicas puedes ir, le dijo, te recomiendo ir a un lugar llamado Dancing Miramar, busca a una chica llamada Sayonara y dile que el payanés pasó por aquí, preguntando por ella, dale estas postales, son de parte de Sacramento y llévale estas medicinas a Todos los Santos. No te vayas a enamorar de Sayonara, no sé por qué pero todos los hombres lo hacen.

Álvaro se encaminó, varios días después en esa dirección, llevaba un par de postales, el Kremlin y el Golden Gate, llegó al conjunto de viviendas apenas empezaba a oscurecer, siguió la vereda que salía desde Cuenca, pasó por los pozos petroleros, pidió aventón a algunas camionetas y al fin consiguió su cometido, le sorprendió encontrar afuera de las casas las luces de diferente color, luego se enteraría que eran dependiedo la categoría de cada mujer.

- Señora, como podría encontrar a Sayonara.
- Siga ese camino de allá, en la esquina doble a la derecha y la tercera casa es la de su madrina.
- Muchas gracias.

Caminó en la dirección indicada y a los pocos pasos empezó a sentir una sensación como de abandono, vio todas aquellas calles vacías, el ejército había arrasado con todo. Por fin pudo encontrarse donde Todos los Santos. Le preguntó por Sayonra y ésta le respondió, sin dudarlo.

- Se fue con el payanés, las chicas los vieron alejarse por el río, eso dicen ellas pero yo sigo creyendo que se fue sola, a buscar su destino, esa mujer nos llenó a todas de alegría en su momento, pero ahora se ha ido, sé que regresará, todavía no era su tiempo de alejarse de acá.

- Y cómo puede saberlo señora si ella se ha alejado entonces.
- No sé la forma de explicarselo, simplemente entienda usted que va a regresar, no se cuándo y tampoco si llegeu por la carretera o por el río que fue el que se la llevó, pero esta vez estoy segura que no traerá ninguna hermana más.
- Me pidieron que le trajera esta medicina, una mujer que conocí en Cuenca y estas postales para Sayonara, de parte de Sacramento.
- Sacramento estuvo aquí, tiene poco tiempo que se fue, se ha llevado a las hermanas de Sayonara, las ha educado y criado como si fueran sus hijas. Pobre hombre.

No hay comentarios.: